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EL CANDO RUMI

HISTORIAS Y LEYENDAS DE TENA

En un recodo del rio Jatunyacu, hace tantísimos años, existían dos grandes piedras. Una era macho, otra hembra. En las tardes de sol y garzas conversaban de sus sueños y aspiraciones. Querían conocer el mar. El rio, burlándose y riéndose, las salpicaba de espuma.

Un día de junio el cielo se cubrió de nubarrones y el sol se perdió tras ellos. Todo se oscureció como si fuese de noche. La gente de la comunidad vecina tuvo miedo. Con el pánico en la voz gritaba… Parecía que había llegado el fin del mundo.

Un gran diluvio encharcó los senderos y un ruido descomunal se descolgaba en las cabeceras del Jatunyacu.

A media noche todos abandonaron sus casas para refugiarse en los terrenos más altos. La crecentada desbordó las aguas de sus cauces normales.

La piedra macho comenzó a rodar lentamente. En cada vuelta se escuchaban las maldiciones del supai que en ella habitaba. Era un espíritu varón, desagradable y maligno

Cuando bajó el nivel del río la piedra se encontraba en el Tereré, en  Pañacocha, muy abajo del rio Napo. Allí espera el advenimiento de otro diluvio para llegar al mar.

Cada año, cuando llega junio y el Jatunyacu crece endurecidamente hinchándose como vientre de niño con parásitos, en la oscuridad de la noche se oye el llanto de la mujer que maldice su soledad al rio que la lleve junto a su allá… a Pañacocha.

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